Las ganas de unos emprendedores por hacer algo diferente en el campo asturiano fueron tomando forma durante el confinamiento, dando lugar a una plantación de cáñamo industrial en la aldea de Meluerda, de la que obtienen aceite virgen y harina apta para celiacos.
Todo comenzó, según recoge en un amplio reportaje el diario asturiano El Comercio, y como suele suceder con las grandes ideas, con una inocente conversación entre amigos, que ahora promete convertirse en toda una revolución.
Para matar el tiempo durante el confinamiento, el ovetense David Cárcaba no dejaba de darle vueltas a la forma de poder vivir del campo asturiano, pero de una forma «diferente y novedosa». De esta forma, y aprovechando los conocimientos que adquirió durante su estancia en Estados Unidos, David lió a sus amigos Fernando Vela y Juan Bode para poner en marcha Cáñamo Valley, una pionera plantación de cáñamo industrial, un producto que no lleva gluten, en la aldea riosellana de Meluerda.
«Me puse a investigar sobre licencias y permisos, ya que en España estuvo prohibido hasta 2018, me hice con las semillas y comenzamos a plantar a finales de junio», relata David al diario local, al tiempo que reconoce que esa primera vez les pilló el toro debido a las complicaciones de la pandemia, pues el momento ideal para plantar es entre mediados de abril y mediados de mayo, como hicieron este año.
Aún así, en su primera cosecha lograron recoger más de media tonelada de semillas, la base de su proyecto, porque a diferencia de otras plantaciones que proliferan en el país, dedicadas a la producción de fibra y CBD, un compuesto natural con propiedades terapéuticas que se extrae del cannabis, Cáñamo Valley se centra en la alimentación.
«Tras probar con tres variedades, el año pasado nos quedamos con una muy rica en grasas saludables, fibra y omega», indican estos particulares agricultores, que por el momento solo elaboran dos productos que ya tienen a la venta: harina integral sin gluten y aceite virgen extra.
«Para la harina primero tostamos las semillas, luego la pasamos por el molino y finalmente tamizamos para que sea muy fina», indica David, que recalca que está dando muy buenos resultados en la elaboración de repostería, algo de gran importancia porque «es apta para celiacos, que suelen tener muchos problemas a la hora de encontrar harinas que puedan tomar».
En el caso del aceite, «pelamos la semilla y con los corazones hacemos un prensado en frío», de forma que el producto «tiene una calidad increíble, por eso le llamamos ‘oro’, y resalta por sus toques tostados, con un sabor a frutos secos que sorprende al paladar».
Ahora, el objetivo de estos tres amigos es conseguir «un rendimiento completo» de la planta, por lo que ya el año pasado cedieron quinientos kilos de plantas a la empresa asturiana Mimaría, que elabora prendas con fibra de cáñamo, y están investigando cómo crear pienso para gallinas con los restos de la plantación, de forma que las propiedades de las semillas «se vean reflejadas en los huevos».
Mientras sus plantas crecen para ser recolectadas en septiembre, Cáñamo Valley estrena un nuevo producto: visitas guiadas por la plantación con una degustación final, en lo que no es sino la forma que sus impusores tuvieron de darle la vuelta a un problema con el que se encontraron el pasado verano. «A la gente le llamaban mucho la atención las plantas y nos entraban unas diez personas al día para hacerse fotos, pisándolo todo», relata David.
Con estas visitas la idea es dar a conocer las características de su cáñamo, que no tiene propiedades psicotrópicas y está certificado por la Unión Europea, y de paso animar a quienes acudan a sumarse a esta nueva ola, y luchar contra la despoblación en su comarca. «Si respetas las fechas, el clima y la tierra de Asturias son ideales para el cultivo de cáñamo, porque tenemos un resol que no estresa a las plantas y agua de sobra, así que crecen muchísimo», indican.