Dicen que éste será el de la algarroba, un alimento que resurge con fuerza en el panorama alimentario avalada por investigaciones que demuestran sus cualidades, especialmente para los consumidores celíacos, que necesitan consumir alimentos que no contengan gluten.
Hace años era un producto muy consumido que se usó para mitigar el hambre en tiempos de escasez, pero con el paso del tiempo pasó al destierro, pero ahora regresa convertido en un superalimento que se utiliza, además de en la industria farmacéutica, para elaborar postres, dada su similitud con el cacao, su menor porcentaje de grasa y su condición de edulcorante natural.
Este fruto es la semilla de una vaina verde que crece en un árbol, cultivado sobre todo en el Mediterráneo, y del que se han encontrado ejemplares de hasta 5 siglos de vida. España es un gran productor de algarroba, rica en vitaminas y minerales, además de en proteína vegetal, que antiguamente se destinaba a forraje de animales.
Madura en verano volviéndose de color marrón, aunque también hay una variedad de una tonalidad más clara. Con la semilla que se extrae de la vaina, conocida como garrofín, se hace goma de algarrobo o E410, un espesante, emulsionante y gelificante.
La vaina, por su parte, se seca, se tuesta y se muele y se hace una harina muy usada en la cocina que proporciona textura, sabor y aroma. También podemos encontrarla en el mercado en formato de sirope, crema, galletas, barritas, tabletas...
Entre las principales virtudes nutricionales de la harina de algarroba se encuentran la de ser un producto apto tanto para celíacos como para diabéticos al no contener gluten, aportar una gran cantidad de energía, contribuir a reducir el colesterol, ser abundante en fibra soluble y tener un alto poder antioxidante. Además, muchos vegetarianos y veganos optan por incluirla en su dieta, así como numerosos deportistas por su alto poder energético y remineralizante.
En la cocina, lo que utilizamos es la algarroba en forma de harina, que tiene la ventaja de que no hace falta calentarla y se puede disolver en líquidos fríos, de ahí que podamos añadirla a batidos, bebidas o smoothies.
Pero también tiene otros usos culinarios, para hacer cremas, flanes, pudines... y acompañando a otros tipos de harina, podemos incluirla en tartas, bizcochos, galletas o panes, aportando un sabor parecido al del chocolate y endulzando de forma natural, de ahí que nos permita no añadir azúcar extra, aunque se puede complementar con otros edulcorantes.