La hidromiel es la bebida alcohólica más antigua de la historia, mucho más ancestral que el vino o la cerveza, y datos que aseguran que cuenta con más de 5.000 años de antigüedad. En Europa, los griegos, romanos, celtas, normandos, sajones y vikingos producían y bebían este brebaje que rendía culto a sus dioses y héroes, convirtiéndolo en una bebida sagrada utilizada en ceremonias e, incluso, lo llevaron al ámbito medicinal.
La hidromiel se obtiene a base de la fermentación de agua (hidro) y la miel, y dependiendo del proceso, también se le añade levadura para facilitar el resultado. Con todo, destaca porque se trata de una bebida sin gluten, ya que ni la miel, ni la levadura, ni naturalmente el lúpulo lo contienen, por lo que es absolutamente apta para celíacos.
El proceso de elaboración de la hidromiel consiste en mezclar mosto de miel y agua. La miel tiene levaduras naturales que fermentan los azúcares de la miel, provocando un proceso de fermentación natural que dura entre 2 y 3 meses, aunque para agilizar el proceso se le pueden añadir levaduras frescas, como la del pan, o levaduras deshidratadas (químicas).
El recipiente debe poder cerrar herméticamente, pero debe tener un sistema de evacuación de los gases que generan.
En el mundo de la hidromiel existen multitud de recetas y variedades al mezclarlas con especias, frutos, hierbas e incluso lúpulo; y dependiendo de la variedad, se puede tomar antes, durante o después de las comidas, aunque también funciona bien para maridar diferentes platos.