En el corazón de Oviedo se encuentra la confitería Rialto, una empresa familiar fundada en 1926 y donde hace más de 80 años nacieron las Moscovitas. Se trata de unas pastas muy finitas de almendra marcona mediterránea, nata, azúcar y harina de trigo bañadas en una exquisita cobertura de chocolate y hechas a mano, con espátula, una a una.
La buena noticia es que parece que se confirma que desde esta confitería están trabajando en el desarrollo de una variedad de este popular dulce sin gluten entre sus ingredientes, lo que hará que en breve, los celñíacos puedan disfrutar de la célebres Moscovitas.
Esta delicia incluye un ingrediente secreto que solo conocen los maestros pasteleros de Rialto, pero es que además, emocionalmente, las crujientes y delicadas moscovitas son el principal motivo por el que es imposible pasear por la calle San Francisco sin sentir la dulce anticipación de que algo delicioso está a la vuelta de la esquina.
Este dulce pecado hace unos años prácticamente apenas se conocía fuera de Asturias. Sin embargo, hoy en día es fácil encontrarlas en tiendas gourmet de toda España, desde Sevilla hasta Santiago de Compostela, incluyendo Madrid, donde Rialto tiene una tienda.
La fascinación que despiertan las Moscovitas ya no es ningún secreto, y en solo cuatro años el obrador ha multiplicado por tres la producción y actualmente están en las 30.000 Moscovitas diarias. Ahora que la ley dicta que todos los ingredientes deben estar necesariamente reflejados con detalle en las cajas, lo que sigue siendo un secreto que la familia guarda con celo es la receta.
Francisco Gayoso, bisnieto del fundador de la pastelería, es el actual gerente y como es lógico, mantiene la intriga. Hace apenas un lustro que la familia, debido a la creciente demanda, se ha visto obligada a abrir un segundo obrador –el primero está situado encima de la pastelería-, donde las Moscovitas son las reinas de la producción.
En el obrador es donde se ve realmente la magia del producto, porque allí entiendes el verdadero significado de la palabra artesano. Y es que todo el proceso es manual, desde dosificar la pasta con la manga pastelera encima de las bandejas, antes de hornear, hasta prepara el chocolate o extenderlo con la espátula sobre la pasta una vez horneada.