La Nadadora es un restaurante ubicado en la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid con personalidad propia y muy definida, y que además ofrece prácticamente la totalidad de su carte sin gluten, lo que le hace especialmente apto para los celíacos de la localidad y sus visitantes.

Los propietarios de este establecimiento son Amaya Rodríguez y Eduardo Cano, conocidos como RYC en el mundo del diseño, que se han tirado a la piscina con este restaurante de producto local y recetas internacionales. “Siempre hemos creído que lo aprendido en el ámbito del diseño y en la gestión de nuestros equipos creativos, lo podíamos extrapolar a cualquier negocio”, han explicado sobre cómo decidieron dar el salto a la gastronomía.

Desde el momento en el que se lanzaron a echar unos largos en la gastronomía, contaron en esta carrera de fondo con Paco Alba, tercer dueño de La Nadadora, el jefe de sala que espera siempre con una sonrisa a los comensales detrás y delante de la barra. Alba aportaba su experiencia de varios años al frente de La Bikina, en Las Palmas de Gran Canaria, y entre los tres y junto a su cuarto socio, Ramón Parra, decidieron revolucionar un poco la oferta gastronómica de Rivas para los vecinos del pueblo y para acabar atrayendo a muchos otros que no tienen pereza en salir del ya saturado centro de Madrid.

Encontraron un local amplio, lleno de posibilidades, con luz natural y una terraza que da a un jardín privado, fresquita y agradable. Le dieron la vuelta por completo al espacio, pintando los techos de blanco y el suelo parte de las paredes de un azul verdoso piscinero que dan ganas de pasar horas, huyendo del falso vintage para lo que le echaron colores: el amarillo yel verde, que se llevan bien con las mesas de madera y con el horno de leña del fondo.

De esta manera, diseñaron un espacio para pasar largas horas y una carta que permite llevar a toda la familia, amigos, de niños a mayores, con una carta corta elaborada pensando en las necesidades y gustos de amigos viajeros y personas con necesidades alimenticias concretas, entre las que destacan los celíacos.

“Queríamos que la gente que viniera a comer no tuviera que decidirse por un tipo de cocina. La idea era que una familia con un miembro vegano, otro intolerante al gluten y un apasionado de la carne, pudieran disfrutar a la vez de nuestra carta”, comentan los propietarios del restaurante. Entre sus platos estrella destacan sus arroces con socarrat, base de ñoras (¡el verde es un imprescindible!), las costillas asadas durante 20 horas en horno de leña a baja temperatura, con salsa barbacoa y toques orientales, la hamburguesa de carne de ternera 100 % ecológica, el sándwich con costra de queso cheddar o el kinilaw, un ceviche de origen filipino.

Cuentan con un menú viajado, pero que te hace sentir en casa, porque los productos son locales, de proximidad: tomates eco del pueblo, pan de la zona; pero además aportan comfort food para comidas y cenas largas que acaban entre copas, sin saltarse los postres, todos caseros: como la tarta de queso horneada sin harina (apta para celíacos) o el brownie con helado de caramelo salado.

En verano abren todo el día la terraza y el interior, para estar bien fresquitos, pero sobre todo, La Nadadora es, de verdad, para todos... hasta el punto de que “el 90 % de la carta es apta para celíacos y muchos platos tienen su opción vegana y vegetariana”, según confirman los impulsores del restaurante.

Restaurantes