El mijo, una planta de grano pequeño similar a la quinoa, sin gluten, perteneciente a la familia de las gramíneas y que se cultiva en regiones de África y Asia con condiciones semiáridas, suelos arenosos y temperaturas altas, está revolucionando el mundo de los celíacos, que han descubierto sus propiedades y cada vez lo consumen con más asiduidad.
Tradicionalmente, el mijo se ha utilizado en nuestro país para la alimentación animal, especialmente aves, y como forraje para el ganado, pero ahora cada vez son más las personas que deciden que este cereal forme parte de su dieta, sobre todo si son celíacos.
El principal componente del mijo son los hidratos de carbono, aunque también contiene una buena cantidad de proteína de 11 grs. por 100 grs. de producto; pero también fibra (8,5 grs. por 100 grs. de producto), lo que hace de él un cereal saciante y que favorece el tránsito intestinal.
En lo que a micronutrientes se refiere, es rico en vitaminas del grupo B, incluido el ácido fólico, y en minerales como el calcio, el hierro, el magnesio, el manganeso y el fósforo. Pero con todo, lo más destacable es que al ser un cereal sin gluten, es absolutamente apto para celíacos.
El mijo se caracteriza por ser un cereal de cocción rápida y muy versátil, y en sus países de origen se utiliza como ingrediente principal para elaborar tortitas, gachas, panes, galletas y bebidas fermentadas, ya sea solo o con otros cereales.
Gracias a su sabor suave, combina muy bien con una gran variedad de alimentos, de tal forma que puede utilizarse tanto en recetas dulces como saladas. También se puede usar de acompañamiento de un plato principal, como carne o pescado, como ingrediente en sopas o salteados de verduras, y como base para hamburguesas vegetarianas.