Hasta la fecha, los celíacos podían llegar a tener miedo a la hora de dar un beso si su pareja no se había enjuagado la boca antes o lavado los dientes. Ahora, un estudio preliminar presentado en la Digestive Disease Week 2025, ha concluido que algo de gluten se puede pasar a través de un beso entre dos personas, pero la cantidad es tan pequeña que es muy poco probable que tenga consecuencias clínicas relevantes.
Para llegar a esta conclusión, se reclutaron a 20 personas no celíacas que comieran un alimento con gran cantidad de gluten. Inmediatamente después, debían besar a sus parejas celíacas, haciendo que los investigadores pudieran medir la concentración de gluten en la saliva que había pasado de una boba a otra.
Los resultados fueron bastante claros, y en 18 de las 20 parejas, los niveles en la saliva del receptor estaban por debajo del umbral internacional de "seguridad", que está en 20 mg, y además, ninguno reportó síntomas relacionados con la intolerancia; aunque si antes de dar el beso se toma un poco de agua, este riesgo baja aún más.
El valor umbral de 20 mg. no es algo aleatorio, sino que está definido por la propia ciencia; y aquí entra en juego uno de los estudios de referencia, el ensayo de Catassi y colaboradores publicado en American Journal of Clinical Nutrition, que administró durante 90 días, 10 o 50 mg de gluten diarios a adultos con enfermedad celíaca tratada.
Lo que se vio es que la exposición diaria claramente por debajo de ese rango de los 10 mg para la mayoría de los pacientes. Una revisión posterior en Alimentary Pharmacology & Therapeutics llegó a conclusiones similares, concluyendo que las dosis que empiezan a ser preocupantes se mueven en el orden de las decenas de miligramos diarios, sobre todo si se mantienen en el tiempo, y no en trazas únicas aisladas.
De esta manera, un beso aislado tiene la misma concentración de gluten que los alimentos que son categorizados como seguros, teniendo en cuenta que justo después de comer, la concentración de alérgeno en boca es realmente alto, pero tras medidas simples como esperar unos minutos, beber agua o cepillarse los dientes, los niveles caen drásticamente.
De esta manera, un beso no transfiere comida, sino una fracción de mililitro de saliva, y la saliva, minutos después de comer, ya ha “limpiado” la mayor parte de proteína que había en su interior, algo que es válido para todas las alergias que están mediadas por la inmunoglobulina E, que es la responsable de generar la respuesta alérgica.
En el día a día las personas intolerables al gluten y que siguen una dieta muy estricta para evitar contaminación, lo cierto es que consumen este alérgeno, aunque en una muy pequeña cantidad. Así lo demuestra un estudio que desarrolló técnicas para poder medir los péptidos inmunogénicos del gluten (GIP) en orina y heces.
Los trabajos demostraban que muchas personas celíacas que siguen una dieta estricta tienen pequeñas exposiciones accidentales de forma habitual, fruto de la contaminación cruzada en la vida moderna. Sin embargo, la mayoría no muestra empeoramiento clínico ni daño intestinal si esas exposiciones son espontáneas y a muy bajas dosis.
Se da la circunstancia de que un beso, en el peor de los escenarios, es exactamente eso: una exposición aislada de microdosis, por lo que el veredicto final de este nuevo estudio viene a tranquilizar sobre algo que el consenso de expertos ya intuía.
A partir de esto, la única recomendación de sentido común, que sigue siendo válida, es evitar los besos justo en el momento en que la otra persona está comiendo gluten o tiene restos obvios de comida en la boca, motivo por el que siempre será bueno esperar un poco para que la saliva haga su efecto.

