El frío invadió a Teruel, y con él también una de las citas gastronómicas más esperadas: la Ruta del Perolico, una iniciativa que invito a combatir las bajas temperaturas con la cocina más tradicional. En esta edición participaron 28 establecimientos que ofrecieron platos de cuchara como sopas de ajo, alubias con cerdo blanco de Teruel o estofado de ciervo, y todo incluyendo nuemrosas opciones poara los celíacos.
Entre las propuestas de este año destacó la del chef Tom Voigt, que decidió innovar en el formato ofreciendo un único plato fijo, presentando así un guiso diferente cada jornada en su local. "Hice una variedad para no aburrirme y la gente tampoco se aburriera", ha explicado el cocinero, que añadió un detalle importante a su oferta: todas sus elaboraciones fueron sin gluten.
Como ejemplo, unas alubias pintas "con mucha carne, panceta curada, panceta fresca, chistorra y chorizo de buey", una receta que el propio chef calificó como "muy rica y contundente
La participación en eventos como la Ruta del Perolico es un reto logístico para Voigt, que gestiona su negocio en solitario. Sin embargo, lo considera parte esencial de la profesión. Según el chef, el talento de un buen cocinero es "una buena gestión del tiempo, que vaya como un reloj en la cabeza para que todo llegue en sus condiciones a la mesa".
Este servicio de chef privado se ha convertido en una parte fundamental de su trabajo, ofreciendo una gran flexibilidad, y cocinando para parejas, familias o casas rurales, pero también para empresas. "Sirvo mucho a la industria en Teruel, que están muy contentos de tener una buena mesa puesta. Les traigo la comida bien calentita, la sirvo y recojo todo", detalla sobre un servicio pensado para compañías con reuniones que no pueden desplazarse.
Frente al estereotipo que asocia un chef privado con un servicio de lujo y caro, Tom Voigt rompe una lanza a favor de su accesibilidad, y explica que el precio no es comparable al de un cubierto de restaurante estándar, ya que busca ajustarlo al máximo. El cocinero asegura que no trabaja con congelados ni almacena grandes cantidades de género, sino que compra específicamente para cada evento, una forma de trabajar que le permite contactar con el cliente si encuentra un producto mejor de lo esperado, como "una ventresca fresquísima o una lubina salvaje", y adaptar el menú.
Con la vista puesta en las próximas fiestas, el chef confirma que ya empieza a recibir reservas para Navidad por parte de clientes habituales, aunque todavía cuenta con fechas disponibles para quienes busquen una celebración diferente.


