En Soto en Cameros, un pequeño pueblo de La Rioja de apenas 84 habitantes, la familia Redondo sigue haciendo magia con almendra y azúcar, y desde 1870 elaboran de forma artesanal su famoso mazapán sin gluten, un dulce tradicional horneado con leña de roble que le da un sabor único, y que vecinos y visitantes de la localidad esperan cada Navidad.

 

Jesús Manuel Redondo Moreno, la cuarta generación al frente de la empresa familiar denominada Viuda de Manuel Redondo, trabaja junto a su hermana Marimar y su empleada Patricia López-Cerón para preparar la producción anual de mazapán, que se vende especialmente en la Feria del Mazapán que se celebra en noviembre y diciembre.

Según explica un amplio reportaje de la Cadena Cope, fue Juan de Dios Redondo Tejada quien comenzó a trabajar como confitero a finales del siglo XIX y convirtió este dulce sigue en un referente de la repostería riojana que auna tradición, paciencia y mucho cariño.

La elaboración de este mazapán es meticulosa, de manera que durante cuatro días, los Redondo mezclan almendra del valle del Ebro, azúcar nacional, agua y un toque de aroma de limón, dejando reposar 24 horas para luego moldearla en bolitas, que luego serán colocadas sobre oblea para dorarlas en el horno de leña.

El horno de leña requiere más trabajo, pero da un sabor que ningún horno industrial puede igualar”, explica Jesús Manuel, un proceso único que hace que el mazapán de Soto sea más jugoso y aromático que otros mazapanes.

Con una humedad del 16 %, este mazapán mantiene su textura suave, destacando el hecho de que la oblea lo hace apto para celíacos.

Además, la familia produce unas variantes bañadas en chocolate llamadas Delicias de Soto, que muchos clientes compran para congelar y disfrutar durante todo el año, y algunos deportistas incluso usan como si de “barritas energéticas” se trataran, por su alto contenido en almendra y azúcar natural.

El obrador de Soto ha visto pasar generaciones y recuerdos. En 2017, la escritora Almudena Grandes visitó el lugar para rendir homenaje a sus raíces, ya que su bisabuelo era del pueblo. Inspirada por los dulces tradicionales, mencionó en su libro ‘Inés y la alegría’ un postre que recordaba a los ‘orejas de Soto’, siguiendo la receta de sus propias tías.

Aunque los hermanos Redondo no creen que haya relevo generacional, mantienen viva la tradición con dedicación, y cada año producen 2.200 kilos de mazapán, una cantidad modesta que refleja el cuidado artesanal que pone cada persona en su obrador.

Así las cosas, este mazapán se ha convertido en mucho más que un postre, pasando a ser un amasijo de cultura, memoria y sabor que une generaciones. Desde la leña de roble hasta la almendra local, cada detalle cuenta para que en la época navideña los habitantes de La Rioja y visitantes puedan probar un trozo de historia.

Además, el inconfundible aroma del mazapán llena las calles de Soto en Cameros con motivo de la Feria del Mazapán, que se celebra cada año el último fin de semana de noviembre, un evento impulsado por el Ayuntamiento de la localidad con el apoyo del Gobierno de La Rioja, que rinde tributo a uno de los dulces más queridos de la región y a la larga tradición artesanal que distingue a este municipio.

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