Acaba de abrir sus puertas en Málaga Limò, un pequeño restaurante de apenas 70 metros cuadrados y capacidad para 18 comensales que lleva a esta ciudad mediterránea el concepto de restaurante italiano 100 % sin gluten, una idea que nació de la experiencia personal de Raffaella Panico, pastelera de profesión que, tras ser diagnosticada con celiaquía, decidió transformar la dificultad en proyecto de vida.

 

De esta manera, Raffaella y su marido, Luigi Mazzarella, han creado un espacio donde cualquier cliente puede pedir con total libertad, sin preocuparse por la contaminación cruzada.

El gran atractivo de Limò es que la carta es tan completa como la de cualquier trattoria italiana, pero absolutamente todo está adaptado a quienes no pueden o no quieren consumir gluten.

Así las cosas, en este estableciemiento se pueden compartir tablas de quesos, embutidos italianos o entrantes como el arancini de ragú, las croquetas de patata rellenas de provola ahumada o polpette de ternera en salsa de tomate casera.

Por otra parte, las ensaladas tienen protagonismo propio, y van desde la clásica caprese con mozzarella y tomate maduro, hasta la de pulpo con verduras asadas o la burrata servida con crema de calabaza y setas. Mientras tanto, la sección de pastas va mucho más allá de los clásicos spaghetti carbonara o bolognesa, presentando recetas como los ravioli rellenos de ricotta y espinacas, los gnocchi de patata con salsa gorgonzola y nueces, los tagliatelle al ragú napolitano o los spaghetti al nero di sepia con marisco.

Tampoco falta la especialidad de la casa, que no es otra que los spaghetti Limò, elaborados con pesto de limón, gambas y burrata cremosa, que se han convertido ya en uno de los platos más demandados.

En el apartado de pizzas, Limò apuesta por la pinsa romana, más ligera y crujiente que la pizza tradicional, con opciones que van desde la margarita a la pepperoni, pasando por la siciliana con mortadella, pesto de pistacho, rúcula y burrata. A esto se suman carnes y pescados como el solomillo de cerdo con salsa de setas, el filete de ternera con reducción de vino tinto, el salmón con costra de pistachos o el bacalao al horno con patata y verduras.

El broche llega con los postres, donde la repostería italiana se luce sin concesiones con tiramisú, panna cotta, tarta caprese de chocolate, profiteroles o el cannolo siciliano, uno de los más celebrados de la carta.

El nombre Limò es un guiño a Sorrento, la tierra natal de Raffaella y cuna del limoncello; por lo que no es casual que el local esté decorado con limones por todas partes, evocando la costa amalfitana en pleno centro malagueño. En este sentido, la propietaria ha comentado que «lo más emocionante son los mensajes de clientes que me dicen que, después de años, han podido volver a comer una pizza o un plato de pasta fresca sin miedo».

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