Cada vez más consumidores buscan en los envases la mención sin gluten, convencidos de que es la única garantía de seguridad. Sin embargo, existen alimentos que nunca han contenido gluten y que no necesitan esta etiqueta para ser seguros, y comprender la diferencia entre productos genéricos y procesados es esencial para quienes conviven con la celiaquía.

 

Los alimentos conocidos como genéricos, tales como frutas, verduras, carnes, pescados, huevos, legumbres secas, leche o patatas, no contienen gluten de forma natural. Se trata de productos básicos que, por su propia composición, son seguros para las personas con celiaquía. Por esta razón, la legislación y las asociaciones de pacientes como la Federación Española de Asociaciones de Celíacos (FACE), advierten  e incluso exigen que no deben llevar la mención sin gluten, puesto que podría resultar redundante o confuso.

El uso indiscriminado de esta etiqueta en productos genéricos genera dos problemas. Por un lado, transmite la falsa impresión de que aquellos que no incluyen la mención podrían no ser seguros, cuando en realidad sí lo son; y por otro, puede trivializar el significado real de la certificación sin gluten, cuyo valor reside en los alimentos elaborados o procesados, en los que sí existe un riesgo real de contaminación cruzada.

Este riesgo se produce cuando, durante el cultivo, el transporte o la fabricación, los productos entran en contacto con cereales con gluten. En esos casos, la normativa internacional establece límites de seguridad, de manera que un producto con la etiqueta sin glute no debe superar las 20 partes por millón (ppm) de gluten.

Este control es crucial en panes, galletas, pastas u otros alimentos procesados, pero no resulta necesario en frutas o carnes frescas. Además, apoyarse únicamente en alimentos etiquetados sin gluten puede conducir a una dieta menos equilibrada.

Muchos productos industriales de este tipo suelen tener más azúcares, grasas o aditivos que sus equivalentes tradicionales, de manera que apostar por alimentos naturales y genéricos como base de la dieta no solo aporta seguridad frente al gluten, sino también un perfil nutricional más sano y variado.

En conclusión, entender qué son los alimentos genéricos y cómo identificarlos es clave para la tranquilidad del consumidor. La mención sin gluten cumple una función fundamental en los productos elaborados, pero pierde sentido cuando se aplica a alimentos que nunca lo han tenido. Educar al consumidor en esta diferencia es la mejor herramienta para reforzar la confianza y favorecer hábitos alimentarios más saludables.

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